“Hay que cuidarse”. Cuántas veces hemos hablado del “cuidado” en este tiempo de pandemia. Cuidarse a uno, cuidar a los otros. Como un eslogan. Y sin embargo, parece que hemos descuidado muchos aspectos de nuestra vida. En medio de un contexto de incertidumbre, pérdidas y aislamientos, aparecieron el miedo, la desesperanza, el vacío, la ansiedad, el bloqueo, la apatía, el encierro. Los jóvenes no han sido inmunes a ello, ¿Cómo acompañamos estas experiencias vitales? ¿Cómo ayudamos a cuidar la vida espiritual en medio de ellas? ¿Cómo nos acercamos cuando hay que mantener la distancia?
Frente a ello, queremos mirar al acompañamiento espiritual como una forma de cuidado de nuestros jóvenes. Distinta a otras. Con su peculiaridad. Preguntarnos cómo el acompañamiento puede ser un espacio seguro para tener una mirada comprensiva de la vulnerabilidad que experimentamos. En qué medida puede ser un vehículo para ganar en libertad cuando parece que la perdemos, y en qué términos puede llegar a promover la reconciliación en medio de nuestras heridas y pérdidas.
¿Para quiénes? Agentes pastorales que trabajan con jóvenes: catequistas, coordinadores de grupos juveniles, animadores, monitores, docentes, sacerdotes, religiosos/as.
Tres encuentros en modalidad de taller. Claves bíblicas y pastorales desde la espiritualidad ignaciana. Compartir experiencias. Profundizar en la vivencia de herida y vulnerabilidad que ha emergido. Trabajo personal y colaborativo.
Ejes de trabajo. El acompañamiento espiritual abordado desde: 1) Cuidado y vulnerabilidad; 2) Cuidado y libertad; 3) Cuidado y reconciliación.
Guían: Oscar Freites sj y Francisco Bettinelli sj
Fechas: martes 14, 21 y 28 de septiembre
Horario: de 19.30 a 21horas. Plataforma Zoom
Contribución económica: $ 2000 (pesos argentinos, por todo el taller).